Parejas sanas: ¡Así sí!

Hay personas que hablan de su pareja diciendo que es su media naranja y que los dos son uno. Incluso llegan a decir que necesitan a la otra persona y que sin ella no son nada. La cuestión es que, cuando en una relación dos personas son una, el resultado es que son dos medias personas y dependientes la una de la otra.

Si eres de ese tipo de personas, debes saber que ese tipo de relaciones dependientes son contrarias a la felicidad. El depender de alguien psicológicamente implica que no has elegido libremente estar con él o con ella sino que te ves obligado/a a hacer algo que no quieres, por miedo a perder a esa persona porque sin ella no te sientes nada.

La independencia psicológica implica no necesitar a los demás. Con esto no quiero decir que no se pueda desear tener relaciones con los demás, sino que no les necesitas. En el momento que necesitas a alguien, te vuelves vulnerable, débil y estás a merced de que la otra persona te pueda manipular y dominar. Además, si la otra persona te dejara, creerías que no puedes seguir viviendo sin ella o que te podrías morir.

Es importante que no se confunda nunca la dependencia con el amor. En una relación basada en el amor, cada uno de sus miembros le permite al otro ser lo que él quiere, sin exigencias, sin esperar nada del otro. Es una unión entre dos personas que quieren estar juntos porque lo desean, no porque lo necesiten. Y al no necesitarse, son independientes el uno del otro para ser lo que cada uno elija, para crecer positivamente, compartiendo momentos, sentimientos y felicidad juntos, a la vez que disfrutando de momentos en los que cada uno pueda desarrollarse por separado, sin tener que estar siempre juntos.

Una buena relación de pareja, en la que ambas personas sienten verdadero amor, se produce cuando cada uno está dispuesto a dejar que el otro escoja por sí mismo en vez de tratar de manipularle o hacer valer su opinión y decisión por encima del otro. Y por supuesto tampoco habría lugar a que ninguno de los dos pensara y hablara por la otra persona, ni exigirle que haga lo que se supone que tiene que hacer o debería hacer.

Todo esto hará que la pareja florezca, crezca y se desarrolle, a la vez que cada uno desarrolla su propio respeto hacia sí mismo y hacia el otro.”