¡Aprovecha tu presente!

Luis está sentado delante de un libro, en su habitación, pero no lo lee. En cambio, mira de vez en cuando su móvil o algo en su ordenador. Vuelve a mirar el libro, y vuelve a distraerse con otra cosa. Así lleva bastante rato. Su abuelo pasa por delante de su habitación y, tras observarle durante unos minutos, decide hablar con él.

El abuelo, golpeando el dintel de la puerta de la habitación de Luis, dice: “Hola Luis, ¿te importa si entro y hablamos un poco? Te he observado desde la puerta y pareces inquieto…” Luis le dice: “Hola Abuelo. Pasa. No sé qué me ocurre. Intento estudiar esta asignatura pero no puedo. Es muy difícil. Todas las demás se me dan muy bien, tanto que con escuchar en clase y hacer los deberes, apruebo fácilmente. Pero ésta es difícil. Voy a suspender. Y encima, no podré ir al campamento este verano si suspendo.” Su abuelo, se sentó a su lado y, apoyando una mano cariñosamente en su hombro, le preguntó: “¿Qué te pasa con esta asignatura?” Luis le contestó: “No me gusta, no es bonita, me cuesta escuchar en clase. No tengo ganas de estudiar y me pongo a ver fotos en el móvil o a jugar en el ordenador.” Entonces, su abuelo le dijo: “Verás Luis, si no haces lo que tienes que hacer en el presente, que es estudiar, no lograrás lo que quieres en el futuro, que es aprobar, y poder ir al campamento”. Luis le dijo: “Pero abuelo, es que es muy difícil. Ya cateé el primer examen y voy por el mismo camino.” El abuelo le preguntó: “¿Estudiaste para el primer examen?” Luis bajó los ojos y dijo: “No, pensé que sería como en las demás asignaturas. Pero no fue así.”

Su abuelo entonces le llevó al salón de la casa y le pidió que se sentara con él en el piano. Abrió la tapa y le pidió que tocara algo. Luis sonrió y le dijo: “Abuelo, yo no sé tocar el piano. Toca tú, que tú sí que sabes hacerlo, y muy bien” Su abuelo le preguntó: “¿Te acuerdas hace unos años, cuando decidí que quería aprender a tocarlo? Algunos me dijeron que era muy difícil, y más a mi edad. Pero yo quería hacerlo. Y sabía que, para aprender, tenía que tomar clases y practicar mucho. Y así lo hice. Si me hubiera agobiado pensando que no lo iba a conseguir, no habría empezado siquiera. Y ya ves, ahora lo toco.” Luis asintió en silencio. Entonces su abuelo le dijo: “Recuerda esto Luis: Aprende a aprovechar y disfrutar del presente, olvidándote de lo vivido en el pasado y no agobiándote pensando en el futuro, ya que el presente es el que hace que logres lo que quieres en el futuro.” Luis le dio las gracias a su abuelo y fue a su cuarto a aprovechar su presente estudiando, para conseguir lo que quería en su futuro: ir de campamento.”

¡Tú decides!

Seguro que alguna vez te ha pasado que, nada más levantarte, algo no te ha salido bien. Ante esto, quizás te has dicho: “empezamos mal el día…”. Y a partir de ahí, parece que todo se ha puesto en tu contra, y vas de mal en peor, para terminar diciéndote: “si hoy no tenía que haberme levantado…”.

¿Qué está pasando? Puedes decirte que te has levantado con mal pie, que hoy no es tu día de suerte o que tienes mala suerte. Pero eso significaría que tú no tienes ningún poder sobre lo que te pueda pasar, que eres una simple marioneta de “la suerte”. Seguramente, el primer acontecimiento negativo del día ha desencadenado tu malestar, con lo que has seguido haciendo las cosas que tenías que hacer con pensamientos negativos. Y esto te ha llevado a equivocarte, quizás a no pensar en lo que hacías, a no prestar la suficiente atención, etcétera, con lo que las cosas no han ido a mejor, hasta acabar pensando que es un día desastroso.

Puedes estar tranquilo/a. Tú sí tienes poder sobre lo que piensas, sientes y haces. Todos los pensamientos que tienes y elaboras, influyen en lo que sientes. Y tus pensamientos y emociones te hacen actuar de una manera u otra. Si piensas que nada te sale bien, te sentirás mal, triste, despistado, o enfadado. Y estos pensamientos negativos, junto con esas emociones te llevarán a no poner los cinco sentidos en todo lo que hagas, con lo que las consecuencias pueden no ser las esperadas por ti.

Pero si, cuando te pase algo por la mañana, piensas que ha sido algo puntual, que no has prestado atención o simplemente aprendes de tu error, te sentirás mejor y afrontarás el día de otra manera, no permitiendo que esa pequeña situación puntual te influya en el resto de tareas que tienes que hacer en las siguientes horas.

Por lo tanto, si tienes buenas ideas mentales, pensamientos positivos, ellos te llevarán a tener equilibrio psicológico, con lo que te sentirás alegre, feliz y actuarás en consecuencia.”