¡Aprende de tus errores!

¡Aprende de tus errores!

Juan, becario en una empresa, fue al despacho de su jefe y tutor porque le había llamado. Cuando Juan se sentó, su jefe le dijo: “Juan, quiero comentar contigo los errores que he encontrado en el informe que me diste ayer”. Juan, cabizbajo, inmediatamente dijo: “Lo siento mucho, no volverá a ocurrir”. Su jefe le dijo: “Espera, aún no te he dicho lo que no está bien”. Juan volvió a decir: “Lo siento mucho, no volverá a ocurrir”.

Su jefe dijo entonces: “Juan, no te he llamado para echarte la bronca. Te he llamado para que todos aprendamos”. Juan, sorprendido, le dijo: “No entiendo”. Su jefe continuó: “Mira, Juan, todo lo que tenemos en este siglo veintiuno es gracias a muchos errores del pasado. El ser humano solo aprende de sus errores. Cuando haces algo bien, no te paras a pensar cómo lo has hecho. Simplemente, sigues adelante. Sin embargo, cuando te equivocas, repasas cada palabra, cada movimiento, para averiguar dónde ha estado el fallo y aprender. Así no vuelves a equivocarte en lo mismo de antes. Los grandes inventores se equivocaron muchas veces. Pero aprendieron de sus errores y siguieron ensayando, hasta que consiguieron lo que buscaban, o incluso lo que no buscaban”.

Juan dijo: “Pero no debo equivocarme si quiero seguir trabajando aquí”. Su jefe le dijo: “Estás aquí de becario. Eso significa que vienes a practicar lo aprendido y a equivocarte, para aprender mucho más. Ahora es el momento de equivocarte, para aprender mucho y no volver a cometer los errores en el futuro. Además, creo que estás dando por sentado que solo tú te has equivocado”. Juan miró a su jefe sin entender y éste prosiguió: “Al leer el informe, me he dado cuenta de que yo también me he equivocado. Te he pedido resultados de algo que aún no tienes suficiente información. Necesitamos un informe intermedio de otro departamento para poder llegar a conclusiones válidas y no me he dado cuenta de que nos hemos saltado ese paso intermedio. Y tú no podías saberlo porque no te lo hemos dicho. Yo he aprendido que, antes de pedirte un informe, tengo que asegurarme que tengas toda la información pertinente para poder hacerlo”.

Juan reflexionó unos instantes y dijo: “Tiene razón. Soy muy afortunado de poder hacer las prácticas aquí. Gracias a estos errores estoy aprendiendo mucho sobre mi trabajo y podré hacer las cosas mucho mejor en el futuro. ¡Muchas gracias por sus palabras!”