¿Hablamos?

Seguro que alguna vez has querido hablar con un ser querido (padre, madre, hijo, hermano, amigo, pareja, etc.) de un tema “difícil” para ti y no te has atrevido. Quizás tienes miedo a su reacción, o simplemente no sabes cómo empezar. Y el tiempo pasa sin que hayas hablado sobre lo que te preocupa o te hace sentir mal. ¿Qué puedes hacer?

En primer lugar, estaría bien que analizaras tu forma de decir las cosas. Si hablas quejándote o reprochando una conducta, es normal que la reacción de la otra persona sea de defensa o quizás te responda con otros reproches. En vez de “no te veo nunca” o “ya no quieres hacer nada conmigo”, podemos decir “últimamente pasas mucho tiempo fuera de casa” o “me gustaría compartir más tiempo contigo y salir juntos”. En vez de quejarte, estás poniendo la semilla de comienzo de un diálogo.

Otra manera muy útil de empezar la conversación es hablando de lo que sientes, en primera persona, sin culpar al otro. Al hablar de ti mismo/a, ayudas a la otra persona a entender tu malestar. Le ayudas a saber cómo te sientes y cómo te influye lo que está pasando. En vez de “no me cuentas nada, ya no me quieres”, podemos decir “cuando no me comentas las cosas, yo me siento mal. Me gustaría hablar más contigo”.

De la misma manera, si es la otra persona la que te plantea una queja, pregúntale qué es lo que realmente quiere decirte o saber de ti, en vez de adivinar lo que puede estar pensando. En vez de quejarte tú también con frases como “no hablas conmigo”, puedes ayudarle a hablar diciendo “te escucho, quiero saber lo que piensas” o “¿qué puedo hacer para que me digas lo que te ocurre?” Y no te olvides de agradecerle el haberte contado lo que siente, para que vuelva a hacerlo más a menudo.

Ten siempre presente que el diálogo y la comunicación es uno de los pilares principales de toda relación. Y recuerda que, antes de adivinar, es mejor preguntar.”