¡Emociónate!

Todos conocemos o hemos conocido en algún momento a personas que presumían de ser fuertes. Incluso alguno habrá comentado que le gustaría ser tan fuerte como ellos, pues parece que nada les afecta. Son personas que casi nunca muestran sus emociones y no lloran. Y no solo eso, sino que critican a los que se quejan o se lamentan, sintiéndose incómodos en su presencia.

Este tipo de personas cuyo rasgo de personalidad principal es la dureza o la fuerza, seguramente han tenido una vida difícil, en la que han aprendido que quejarse es de débiles y, si eres débil, pueden abusar de ti. Por tanto, decidieron no llorar, no mostrar las emociones, los sentimientos que sentían, no mostrar signos de debilidad ante nadie.

Pero el verdadero problema de estas personas es que les da miedo ponerse en contacto con sus sentimientos y sentir profundamente pena y dolor, al igual que emociones muy fuertes de ternura, alegría, etc. Es tal ese miedo que sienten que se ponen el disfraz de fortaleza y se dicen a sí mismos que no sienten nada, que no tienen miedo a nada y que pueden con todo. De esta manera, se desconectan, se aíslan de sus emociones por el miedo tan grande que sienten de ponerse en contacto con ellas. Se dicen a sí mismos que pueden con todo porque interiormente no pueden con nada. El problema de esto es que se defienden del dolor pero también de las satisfacciones intensas que nos ofrece la vida y que son muy importantes y positivas para el ser humano.

Es importante darnos cuenta que somos seres humanos que nacemos con emociones y es natural y sano el expresarlas, decidiendo la manera adecuada, según la situación. Todos los sentimientos nos ayudan a crecer y aprender a lo largo de nuestra vida y no debemos ocultarlos, sino mostrarlos, canalizarlos y compartir con los seres queridos tanto la alegría como la pena, tanto el amor como el dolor, tanto la ternura como la dureza, etc.

Por ejemplo, cuando sufres un desengaño o una pérdida y sientes mucha tristeza y dolor por ello, si reprimes tus emociones y el llanto, el dolor seguirá ahí aunque hayan transcurrido varios años desde el acontecimiento. Pero si te permites que aflore lo que sientes y, en alguna ocasión, si lo necesitas, lloras, sentirás más alivio.

Recuerda que, cuanto más te pongas en contacto con tus sentimientos y los asumas, mejor podrás mostrarlos, y eso sí es señal de más fortaleza. ¿Quieres disfrutar de la vida? ¡Permítete sentir!