¿Eres perfeccionista?

¿Eres Perrfeccionista)

Juan y David tenían que hacer un trabajo juntos, para la Universidad, y quedaron un sábado por la tarde en casa de Juan, para terminarlo. Cuando dijeron de poner en común todo el trabajo personal hecho para el mismo, Juan dijo: “Perdona David, no tengo terminada mi parte”. David se sorprendió y le dijo: “No lo entiendo Juan. Llevamos un mes trabajando cada uno en la parte que nos tocaba. Y me consta que tú también has estado trabajando en tu parte, porque te he visto y lo hemos comentado. Hoy hemos quedado para unir las dos partes y terminar el trabajo. ¿Te ha pasado algo para no poder terminarlo?”.

Juan, bajando la mirada, le dijo: “Sí, al igual que tú, llevo todo el mes trabajando en ello. Pero es que aún no está perfecto”. David le dijo entonces: “Vaya. Pensaba que, después de tanto esfuerzo, ya estaría hecho. ¿Te suele pasar en más facetas de tu vida el que quieras hacer las cosas perfectas?” Juan se sorprendió por la pregunta y le contestó: “Quiero hacer las cosas bien, necesito hacer las cosas bien. Y para que estén bien, tienen que estar perfectas”. David le preguntó: “¿Desde cuándo piensas así?” Juan pensó un poco y dijo: “No sé. Recuerdo que de pequeño yo me esforzaba mucho en hacer las cosas y mi padre siempre me decía que las podía hacer mejor. Nunca estaba contento”.

David, entendiendo, le dijo: “Juan, hay personas que, de pequeñas, han tenido padres muy exigentes, y ellas creyeron que solo las querrían si hacían perfectamente todo lo que tuvieran que hacer. Esos padres seguramente creían que estaban ayudándolas, pero estaban creando a personas perfeccionistas. O quizás se sentían no vistas y pensaban que haciendo las cosas perfectas sí serían vistas”. Juan entonces preguntó: “¿Y qué hay de malo en ser perfeccionista?” David contestó: “Pues sencillamente, la realidad es que la perfección no existe”. Juan protestó: “Sí existe”. David entonces le pidió: “De acuerdo, dime algo que sea perfecto”. Juan pensó un instante y dijo: “Un Tesla. Es un coche perfecto”. David sonrió y dijo: “Pues si es un coche perfecto, nunca necesitará ir a un taller ni le tendrán que hacer revisiones, ¿verdad?” Juan se quedó sin saber qué decir y David siguió hablando: “Mira Juan. La perfección no existe. Por eso, las personas perfeccionistas se acaban sintiendo muy insatisfechas y frustradas por no conseguirla. Pero no te preocupes. La perfección no es necesaria. Puedes hacer las cosas suficientemente bien y no seguir gastando energía en hacer algo perfecto. No lo conseguirás nunca y no acabarás nada de lo que empieces. Ten en cuenta que, si los grandes escritores se hubieran quedado eternamente intentando hacer perfectos sus libros, no los conoceríamos.

Juan se quedó un instante reflexionando lo que su amigo le decía y finalmente dijo: “Tienes razón David. Mi parte del trabajo está suficientemente bien como para presentarla y sacar buena nota. No voy a perder más tiempo en ella. Vamos a unir nuestros trabajos y presentarlo. Y voy a hacer lo mismo en todas las facetas de mi vida en las que aún busco hacer las cosas perfectas. ¡Muchas gracias por tus palabras!”