¡Quiero ayudarte!

Marta y Leticia, amigas y compañeras de clase en la Universidad, están charlando mientras descansan de estudiar. Marta mira fijamente a Leticia y le dice: “Leti, te veo preocupada, ¿qué te pasa? ¿Te puedo ayudar?” Leticia lanza un suspiro y dice: “Hoy me han comunicado que me deniegan la beca. Contaba con ella para la matrícula y ahora tengo que buscar un plan B. Estoy dándole vueltas a varias opciones…” Marta entonces se acercó a su amiga y le dijo: “Vaya faena. Lo siento mucho. Tienes que estar hecha polvo. ¿Cómo te puedo ayudar?” Leticia la miró a los ojos y le dijo tranquilamente: “No te preocupes Marta. Estoy bien. He actualizado mi CV y buscaré trabajo. Ya tengo algunas ideas.”

Marta, sin apenas escuchar a su amiga se acercó a ella, la abrazó, y le dijo: “No tienes que disimular, sé cómo te sientes. Yo estaría fatal en tu lugar. Pero no te preocupes. Te voy a ayudar. Voy a hablar con algunas personas, y entre todos lo solucionaremos. No estás sola.”

Leticia, le volvió a decir a Marta: “Déjalo Marta, no te preocupes. Ya estoy yo en ello.” Pero Marta ya estaba mirando contactos en su móvil y abriendo a la vez en su ordenador páginas de empleo.

Leticia cogió por el brazo a su amiga y le dijo: “Marta, escúchame, no hace falta que hagas nada.” Entonces Marta empezó a enfadarse y, levantando la voz, le dijo a Leticia: “Pero Leti, ¿no te das cuenta que necesitas ayuda?”

Leticia respiró hondo y, con voz suave, preguntó: “¿Marta, qué te pasa? ¿Estás bien? No te reconozco. Escúchame. Te agradezco mucho tu interés en ayudarme, pero no te enfades por no aceptar tu ayuda. Es más, parece que mi problema te afecta más a ti que a mí.” Marta entonces le dijo: “Es que si a mí me quitaran la beca, me da algo. Estaría fatal, muy preocupada.” Leticia le contestó: “Esa es la cuestión Marta. Estás actuando desde lo que tú crees que yo pienso y siento, pero en realidad es lo que piensas y sientes tú. Estás actuando desde lo que necesitarías tú si te pasara lo que a mí.” Marta asintió con la cabeza, sin decir nada. Leticia entonces le dijo: “Piensa también en lo feliz que me sentiré yo cuando haya podido solucionar mi problema yo sola. ¡Es un importante reto para mí!” Y añadió: “Valoro mucho tu amistad, pero esto lo quiero solucionar yo sola”.

Las dos amigas se abrazaron de nuevo. Ese día Marta comprendió que lo mejor que podía hacer era acompañar a su amiga, ofrecerle apoyo y permitir que ella encontrara sus propias soluciones.”