¿Cómo te hablas?

¿Cómo te hablas?

Tere fue a buscar a Rosa a su mesa de trabajo para ir juntas a tomar un café a la máquina del pasillo. Al llegar a la máquina de café, Rosa sacó uno y mientras esperaba a que Tere sacara el suyo, un compañero pasó rápido a su lado y le dio con el codo, sin darse cuenta, tirando el café al suelo. Inmediatamente Tere fue hacia ella y le preguntó: “¿Estás bien, Rosa? ¿Te has quemado?” Rosa contestó: “No te preocupes, solo me he manchado un poco la manga del jersey. Es que soy un desastre”. Tere cogió otro café para Rosa y le dijo: “No digas eso. Ha sido culpa del compañero que ha pasado sin mirar”. Rosa dijo: “Pero algo habré hecho yo también. Es que soy muy patosa”.

Tere bebió un poco de su café mientras miraba a Rosa, pensando en sus palabras. Luego le dijo: “Yo no creo que seas patosa ni un desastre. ¿Desde cuándo lo piensas?” Rosa contestó: “Desde siempre. Mi madre me lo decía mucho”. Tere le dijo: “Puedo entender que quizás tu madre creyera que te estaba ayudando y te lo dijera para que espabilaras o para que hicieras las cosas mejor. Pero ya eres una mujer adulta. Yo no creo que seas un desastre ni muy patosa. No te conozco en tu vida privada, pero en la oficina eres muy eficiente en tu trabajo. Si fueras un desastre, no estarías en el puesto en el que estás…” Rosa dijo entonces: “Es que en el trabajo soy muy cuidadosa, para evitar meter la pata”. Tere le dijo: “¿Lo ves? Si fueras un desastre, no podrías ser cuidadosa. Mira, Rosa, esos pensamientos lo único que pueden traerte es más estrés a la hora de trabajar y ansiedad en tu vida privada. Si te dices esas cosas, vas a minar tu autoestima. Además, estás dando permiso a los demás a que te digan lo mismo, ya que tú te lo dices a ti misma”.

Rosa lo pensó y dijo: “Puede que tengas razón, pero no sé cómo cambiarlo…”. Tere le dijo: “Lo primero que puedes hacer es poner conciencia en tus palabras. Presta atención a cómo te hablas. Luego, busca sustituir esas palabras negativas por otras positivas y más realistas, como yo te he dicho antes. Y, sobre todo, háblate como le hablarías a otra persona cercana para ti. ¿Qué le dirías a tu mejor amiga si te dice que ella es un desastre?” Rosa contestó sin dudar: “Le diría que la quiero mucho y que no es un desastre, que tiene muy buenas cualidades y que se trate a sí misma con respeto”. Tere le dijo entonces: “¿Lo ves? Para ella lo tienes muy claro. Pues recuerda que tú eres la persona más cercana a ti misma y debes cuidarte y mimarte”.

Rosa sonrió y dijo: “Nunca lo había visto desde esa perspectiva. Muchas gracias, Tere. Voy a poner toda mi energía en darme cuenta cómo me hablo y cambiarlo en positivo. ¡Muchas gracias por tus palabras!