¿Quiero? o ¿Debo?

Una tarde soleada de enero, Ana y Luisa se encontraron en la cafetería de siempre, para tomar café y charlar. En cuanto se vieron, se abrazaron y pidieron los capuchinos que tanto les gustaban.

Después de ponerse al día de sus cosas, Ana le preguntó a Luisa qué planes tenía para el año que comenzaba. Luisa le dijo: “Este año me he propuesto muchas cosas: tengo que aprender inglés, tengo que ponerme a dieta, tengo que ir al gimnasio regularmente y tengo que cambiar de piso”. Ana, al escucharla, le preguntó: ¿Esos propósitos no son muy parecidos a los del año pasado?” Luisa, bajando un poco la voz, dijo: “Sí, pero es que el año pasado, entre una cosa y otra, no pude cumplir ninguno, así que este año lo intento otra vez…”

Ana sonrió y le preguntó: “¿Y todo lo que “tienes que hacer” tiene que ver con tu trabajo?” Luisa, sorprendida por esa pregunta, le dijo: “¡No, para nada! ¿Por qué me lo preguntas?” Ana entonces dijo: “Los “debo” y “tengo que” forman parte de tu vida comprometida con tus obligaciones, tu trabajo o tus responsabilidades. Cuando usas las palabras “tengo que”, tu cerebro lo recibe como una obligación, como algo que te cuesta mucho hacer, pero que si no lo haces, la consecuencia será negativa. Si tus propósitos son cosas que has elegido hacer, es mejor que uses la palabra “quiero, me gusta o me apetece”. Los “quiero” tienen que ver con tu decisión, tu vida privada, elegir lo que te apetece y te gusta. Si de verdad quieres hacerlo, es mejor decir “quiero hacerlo”, y verás cómo tu cerebro lo recibe de otra manera, te sientes con ganas de ponerte manos a la obra, te vienen ideas, formas de conseguir lo que deseas y tu actitud hacia ello es más positiva”.

Luisa, reflexionando sobre lo que su amiga Ana le acababa de decir, dijo: “Entonces, ¡este año quiero aprender inglés, quiero ponerme a dieta, quiero ir al gimnasio regularmente y quiero cambiar de piso!” Y, tras unos instantes, añadió: “Tienes razón Ana, al decirlo así, lo veo diferente, con más ganas de empezar. Muchas gracias”.

Ana entonces le dijo: “¡Muy bien, Luisa! Ahora solo tienes que organizarte con flexibilidad, usar tus recursos y ponerte a ello. Y disfruta con todo lo que hagas”.”