Una luz a seguir.

Hace mucho, mucho tiempo, en países muy lejanos, vivían tres ancianos. No se conocían entre ellos, pero tenían muchas cosas en común. Los tres eran muy sabios ya que habían vivido muchas situaciones, algunas difíciles, y en todas habían aprendido mucho, compartiendo luego toda su sabiduría con los de su alrededor. Otra característica que también tenían en común era el seguir sus sueños, además de ser constantes y seguir creyendo que merece la pena vivir.

Todos eran muy queridos en donde vivían, y cuando había algún problema, todos iban a preguntarles a ellos pues sabían de su sabiduría. Algunos niños creían que eran Magos, pues siempre tenían una solución, una palabra de ánimo, una forma diferente de ver las cosas y la habilidad de sacar la sonrisa a todos.

Un día, los tres soñaron que tenían que seguir una estrella porque les llevaría a tener una experiencia mágica. Y al día siguiente, cuando decidieron que emprenderían un largo viaje siguiendo esa estrella, nadie se extrañó. Todos fueron a despedirles, a desearles buen viaje y a esperar que volvieran pronto, para seguir disfrutando de su compañía y sabiduría.

Los tres partieron por separado, y se encontraron en el camino. Se dieron cuenta de todo lo que tenían en común y decidieron seguir juntos ese viaje que tanta ilusión les hacía.

Al cabo de varios días, encontraron a una familia muy pobre, que acababan de tener un bebé. Eran emigrantes y no tenían ni siquiera para poder hospedarse, por lo que se refugiaron de la noche en un pesebre. Los tres ancianos se acercaron a la familia y observaron que el niño tenía una luz especial, una luz igual a la estrella que habían seguido durante días. En ese momento se dieron cuenta que el encontrar a esta familia y a este niño era la experiencia que tenían que vivir. Decidieron dejarle al bebé hermosos regalos que le acompañarían en el viaje de la vida. La familia aceptó todo con mucho amor porque sabían que estos regalos de estas tres personas sabias harían que su hijo tuviera una vida sabia, feliz y sana.

Tras este encuentro, los tres ancianos pasaron unos días con ellos y decidieron volver a sus tierras, satisfechos de todo lo que habían vivido, y deseando de reencontrarse con los suyos para contarles que es bueno seguir un sueño con constancia e ilusión, porque, sin importar la edad que tengas, la vida sigue poniendo en tu camino momentos maravillosos y felices.