¡Usa tus propias gafas!

usa tus propias gafas

Laura se sentó en un banco del parque. Tenía en una mano la inscripción en el Grado de Económicas y en la otra, la inscripción en el Grado de Magisterio. En silencio miraba alternativamente a una y a otra, sin saber qué hacer. Seguía ensimismada cuando alguien le preguntó si podía sentarse en ese banco. Levantó la vista y vio a una anciana de unos 70 años, con gafas, que parecía agradable. Le dijo que sí y volvió la mirada a los papeles que tenía en las manos.

La mujer, al verla así, le dijo: “Pareces preocupada.” Laura la miró y por un momento dudó si hablar o no, pero llevaba un rato bloqueada y quizás el hablarlo le ayudaría a tomar una decisión. Así pues, le dijo: “Voy a matricularme en la Universidad, pero no tengo claro qué Grado escoger.” La anciana vio los papeles de las manos de Laura y preguntó: “¿Esas son las inscripciones? ¿Qué Grados son?” Laura contestó: “Económicas y Magisterio. Llevo un rato mirando las dos y no me decido”. Ante la cara de interrogante de la anciana, Laura siguió hablando: “Toda mi vida he escuchado a mis padres decirme que yo dirigiría una gran empresa cuando me graduara en Económicas. Se me daban bien las cuentas y ellos siempre me han hablado de las muchas e importantes salidas laborales que tiene el Grado de Económicas, que iba a ganar mucho dinero, que sería muy feliz. También yo lo he creído así todo el tiempo.” La anciana entonces le preguntó: “Y entonces, ¿cuál es el problema?” Laura contestó: “Me gustan mucho los niños y me gusta enseñar. Últimamente siento el deseo de ser profesora de Primaria, pero no les he dicho nada a mis padres pues están muy ilusionados en que empiece el Grado de Económicas”.

La anciana se quedó pensando un instante, y luego dijo: “Parece que te estás quitando las gafas”. Laura la miró sin entender y entonces la anciana se quitó sus gafas, se las ofreció a Laura y le dijo: “Póntelas y dime cómo ves a través de ellas”. Laura, aun sabiendo que no vería bien, se las puso. Efectivamente, veía borroso, y se las devolvió diciendo: “No puedo ver bien con ellas. Están graduadas para usted, no para mí.” Entonces la anciana dijo: “Cuando nacemos, nuestra familia nos pone las mismas gafas que usan ellos. Desde su visión, entendemos los valores éticos, lo que es importante, lo que debemos querer y lo que no. Luego crecemos y seguimos llevando unas gafas que tienen 50 años. Tú has podido comprobar que no ves bien con las gafas de otra persona. Es importante saber qué queremos nosotros y quitarnos las gafas de los demás, para usar unas especialmente graduadas para nosotros. Al quitarte esas gafas, al principio puede que tu vista esté desenfocada, porque te has acostumbrado a las otras gafas. Pero poco a poco verás todo mucho mejor porque son gafas adaptadas a lo que quieres y no quieres tú, no los demás.

Laura se quedó pensando en las palabras de la anciana. Decidió que usaría sus propias gafas y se matricularía en Magisterio, que era lo que más deseaba. Ahora lo tenía claro y sonrió ampliamente. Cuando se volvió para darle las gracias a la anciana, se dio cuenta que el banco estaba vacío a su lado. No notó que la anciana se había ido. Le dio las gracias mentalmente y se levantó del banco decidida a llevar a partir de ahora sus propias gafas, para ver el mundo de la forma que ella quería.