Reparando las ventanas rotas

Reparando las ventanas rotas

Luis estaba hablando con su padre por videoconferencia sobre lo que iban a hacer cada uno en Nochebuena y Nochevieja. Su padre, ante las circunstancias del coronavirus, le comentó que pensaba estar con su mujer en casa, haciendo una cena especial y charlando tranquilamente. Luis, entonces le dijo: “¡Cuánto me gustaría estar con vosotros! Serían unas fiestas como cuando era pequeño, sin mucho jaleo ni ruido. Añoro aquello…” Su padre le dijo: “Sabes que ahora mismo no es conveniente que vengáis, pero en cuanto todo mejore, volveremos a vernos y a cenar juntos. Mientras tanto, puedes hacer con tu mujer lo mismo que vamos a hacer nosotros.” Luis, con la mirada perdida, dijo: “Sí, claro.”

Su padre le observó unos instantes y le preguntó: “¿Pasa algo, Luis? No te veo muy animado…” Luis se lo pensó un momento y le dijo: “Verás papá, siempre celebramos la Nochebuena con vosotros y la Nochevieja con muchos amigos. Este año no vamos a poder hacer ninguna de las dos cosas. No sé cómo vamos a sobrellevar estas fiestas.” Su padre le preguntó entonces: “¿Ocurre algo entre vosotros dos?” Luis, bajando la mirada, le dijo: “Hace tiempo que no hablamos mucho. Los dos trabajamos demasiado y luego estamos muy cansados para hablar del día. Cualquier tontería nos hace discutir y se va toda la tranquilidad. Confiaba poder pasar las fiestas con vosotros y con amigos, porque así no discutiríamos.”

Su padre pensó un instante y le dijo: “¿Conoces la teoría de las ventanas rotas, del Profesor Philip Zimbardo?” Luis negó con la cabeza y su padre continuó: “Este profesor hizo un experimento: cogió dos coches iguales de modelo y marca, de gama media, y uno lo puso en un barrio muy conflictivo, mientras que el otro lo puso en un barrio muy próspero. El que estaba en el barrio conflictivo, a la mañana siguiente, estaba totalmente desvalijado, como se preveía. Y el que estaba en el barrio próspero, a la mañana siguiente, estaba intacto. Pero, para seguir con su experimento, rompió una ventana y un retrovisor al coche del barrio próspero y esperó un día. A la mañana siguiente, el coche apareció desvalijado igualmente.” Luis dijo: “No entiendo por qué me estás contando esto papá.” Su padre le dijo: “Verás Luis. Una ventana rota que no se repara al instante, está emitiendo el mensaje: “Este coche no está siendo cuidado, podéis seguir destrozándolo”. Si lo extrapolas a una relación de pareja, en una relación puede haber roturas, heridas. Y si no las reparas inmediatamente, la herida se hará más y más grande, hasta que todo ya no tenga remedio. Una pareja debe hablar todos los días, no solo de cómo le ha ido a cada uno el trabajo, sino de cómo se sienten en sus vidas y en la pareja, para dar la oportunidad de poder “reparar” lo que no vaya bien. Si me permites el consejo, creo que este mes y estas fiestas pueden ser un buen comienzo para comunicaros y solucionar (si es posible) lo que os ocurra.”

Luis se quedó reflexionando un instante y dijo: “Tienes razón, papá, quiero “reparar mis ventanas rotas” antes de que sea tarde. Y procuraré arreglar todo lo que vaya sucediendo entre nosotros lo antes posible. ¡Muchas gracias por tus palabras!”