“¡Puedo volar!

Érase una vez, en lo alto de una gran montaña, había un nido de águilas bien hermoso. Un día de primavera mamá águila estaba feliz porque su hijo acababa de romper el huevo y veía la luz por primera vez. Era un bebé águila muy esperado, ya que sus padres habían perdido los últimos huevos que pusieron, así que estaban muy contentos de poder criar a su nuevo bebé. Su madre se volcaba en cuidarlo y protegerlo, mientras que su padre le traía constantemente comida y agua.

El bebé creció rápidamente, pero sus padres seguían protegiéndolo y trayéndole mucha comida, con lo que él no tenía que hacer nada, solo comer y dormir. Las demás parejas de águilas lo miraban, extrañados de que no saliera a volar y cazar, pero él no se preocupaba de nada. Tenía todo lo que necesitaba allí en el nido.

Un día, se despertó temprano y hambriento, pero no vio nada para comer cerca. Buscó a sus padres, y, al ver que no estaban, empezó a llamarles. Estuvo un rato largo llamándoles, pero no acudió nadie. Pasaban las horas y seguía solo. Empezó a preocuparse ya que cada vez tenía más hambre. Acercó la cabeza fuera del nido y se asustó al ver la altura a la que estaba. ¿Cómo era posible que sus padres salieran del nido sin preocuparles el caerse? Siguió esperando, hasta que el hambre que sentía le hizo pensar en intentar salir a buscar algo. Con cuidado, se acercó al borde del nido, abrió las alas como siempre había visto que hacían sus padres y se lanzó al vacío. Se tambaleó un poco, pero enseguida vio que planeaba. ¡Podía volar! Miró hacia el suelo y vio algo que podía comer. Se acercó, lo cazó y se lo comió. ¡Estaba contentísimo de haber podido salir y encontrar comida él solo, sin ayuda de nadie! Siguió cazando y comiendo, hasta que se cansó y volvió al nido. Allí se encontró con sus padres, que lo miraban felices. Él les contó que había volado y cazado, pero que pasó mucho miedo al principio. Sus padres le dijeron que él sabía volar y cazar desde siempre, que estaba en su naturaleza, y que no lo había hecho antes porque ellos, equivocadamente, le habían hecho la vida demasiado fácil, sin darle opción a ver todas las capacidades que realmente tenía.

A partir de ese día, voló y cazó él solo, descubriendo que, con la práctica, cada vez lo hacía mejor. Y así aprendió que tod