¡Muéstrate tal como eres!

¡Muéstrate tal como eres!

Fran estaba sentado en un banco de un parque, observando a unos chicos que jugaban al futbol. Un anciano se sentó a su lado y le dijo: “Hola chaval, ¿eres nuevo aquí? No te había visto antes”. Fran le miró y le dijo: “Sí, acabo de mudarme con mi familia”. El anciano le preguntó: “¿Conoces ya a alguien por aquí?” Fran contestó: “Aún no, me cuesta un poco empezar a conocer gente”. El anciano le preguntó: “¿Y por qué te cuesta? Conmigo estás hablando y no se te ve tímido. Te he visto que observabas a esos chicos que están jugando al futbol. Solo tienes que acercarte a ellos y pedirles jugar. Seguro que te dejan unirte”. Fran bajó la mirada y dijo: “No es tan fácil”. El anciano le preguntó: “¿Por qué no lo es?” Fran contestó: “Es que quiero caerles bien a todos, y me es muy difícil”.

El anciano sonrió y dijo: “¿Es lo que intentas hacer todo el tiempo?” Fran, mostrando interés, contestó: “Claro, es la única manera de que no me rechacen”. El anciano preguntó: “¿Y cómo lo haces?” Fran contestó: “Pues hago lo que los demás esperan de mí”. El anciano preguntó: “¿Con tu familia también?” Fran contestó: “Sí, lo he hecho desde siempre. Así evitaba que me regañaran”.

El anciano dijo entonces: “Parece que siempre has buscado el sentirte querido y aceptado, callándote lo que realmente quieres”. Fran le miró extrañado y el anciano siguió hablando: “Mira, no es necesario complacer ni agradar a todos, además de que es imposible caer bien a todo el mundo. Lo realmente importante es lo que de verdad eres, no lo que aparentes ser. Ten en cuenta que no podrás tener amigos de verdad mientras no te conozcan tal como eres. En la medida en que conectes contigo mismo, irás conociéndote, averiguando lo que te gusta o no, lo que quieres o no hacer, y actuarás en consecuencia. Y podrás comprobar que los verdaderos amigos te aceptarán tal como realmente eres”.

Fran reflexionó unos momentos y dijo: “Puede que tenga razón. En realidad, no me gusta el futbol, pero es lo que se supone que hacen todos los chavales de mi edad…” El anciano le preguntó: “¿Y qué te gusta a ti?” Fran sonrió y dijo: “Me encanta leer todo tipo de libros, y me gusta dibujar comics”. El anciano dijo entonces: “Pregunta en el Ayuntamiento si hay algún grupo de lectura o pregunta a los chicos de tu clase. Seguro que encuentras gente con tus mismos gustos. Y recuerda: No tienes que encajar en todos los sitios. Sé tú mismo y encontrarás donde te acepten tal como eres”. Fran sonrió y dijo: “Eso haré. ¡Muchas gracias por sus palabras!”