¡La perfección no existe!

¿Eres de los que tardan mucho en elegir qué ropa te vas a poner, que condimento vas a echar en la comida, qué menú vas a elegir, o qué expresión vas a usar en tus correos? No lo tienes claro porque no quieres equivocarte, quieres hacer las cosas muy bien, es más, las quieres hacer perfectas.

Hay rasgos de nuestra personalidad que nos definen y nos hacen sentirnos bien, como por ejemplo, la bondad, la generosidad, etc. Pero hay otros rasgos que nos impulsan a actuar de cierta manera, produciéndonos insatisfacción. Uno de ellos es el perfeccionismo.

Hay personas que pasan demasiado tiempo haciendo un informe, una presentación de diapositivas, pintando un cuadro, restaurando un mueble antiguo, escribiendo un artículo, cocinando un guiso, limpiando la casa, ordenando los libros, eligiendo un menú o un traje que comprar, etc…. Dedican mucho esfuerzo y mucha energía en lo que están haciendo porque quieren que todo quede perfecto. Necesitan que todo quede perfecto.

Estas personas, cuando eran pequeñas, tal vez han tenido a unos padres que les exigían mucho y, en algún momento creyeron que les querrían si hacían perfectamente todo lo que tuvieran que hacer. Ahora, de adultos, creen que sólo se sentirán bien si hacen las cosas de una forma perfecta, ya que, inconscientemente, creen que es la única manera de conseguir la aprobación de los demás. Pero la realidad es que la perfección no existe, así que acaban sintiéndose muy insatisfechos y frustrados por no conseguirlo.

Si eres de este tipo de personas o te ves reflejado/a en ellas, debes saber que la perfección no es necesaria. Puedes hacer las cosas razonablemente bien y no gastar más tu energía buscando ese perfeccionismo que te aparta de la realidad y de dar por terminadas las tareas que emprendas. Si los grandes pintores se hubieran quedado eternamente pintando un solo cuadro hasta poder hacerlo perfecto, no conoceríamos toda su gran obra.

No necesitas que nadie te dé el permiso. Toma desde hoy la decisión de hacer todo lo que quieras suficientemente bien y terminar lo que emprendas, sintiéndote bien y a gusto contigo mismo/a, sin necesitar que otros den su visto bueno a lo que has hecho.

Haz las cosas y acéptalas sin buscar la perfección. Aprende a sentirte bien así.