Si no es para ti, no insistas.

Si no es para ti, no insistas.

Rosa y Laura quedaron en una cafetería de un centro comercial a tomar algo. Cuando Laura llegó, Rosa estaba ya sentada y estaba ojeando varios folletos. Laura se sentó y le dijo: “Hola Rosa. Te veo muy concentrada. ¿De qué van esos folletos?” Rosa sonrió y dijo: “Hola Laura. Estoy preparando un viaje de fin de semana para ir con Carlos”. Laura dijo: “¡Qué bien! ¿Y qué tienes pensado?” Rosa, entusiasmada, dijo: “Estoy viendo sitios donde podamos escalar”. Laura preguntó: “¿No me dijiste que a Carlos no le gustaba escalar?” Rosa preguntó a su vez: “¿Cuándo te he dicho yo eso?” Laura contestó: “Me dijiste hace unos días que le llevaste a un rocódromo y que él parecía incómodo. Comentaste que escaló un poco en una pared facilita y que lo dejó a la mitad, prefiriendo verte a ti escalar sin tener que hacerlo él, y que al final te dijo que la escalada no era para él”. Rosa dijo: “Pero eso no es que no le guste, eso es que lo ha probado poco. Por eso le voy a llevar a un sitio donde pueda escalar en el campo, para que pueda ver lo emocionante que es”.

Laura sonrió y dijo: “Rosa, ven conmigo. Vamos a la tienda que hay aquí al lado”. Se levantaron, pagaron, salieron de la cafetería y entraron en una Boutique. Una vez allí, Laura cogió un vestido muy bonito y le preguntó a Rosa: “¿Te gusta?” Rosa lo miró y dijo: “¡Es precioso! ¿Te lo quieres comprar?” Laura contestó: “No. Quiero que tú te lo pruebes, a ver cómo te queda. Seguro que te encanta”. Rosa lo cogió y, al mirar la talla, le dijo: “Es talla única. Por la forma que tiene, no creo que me vaya a estar bien. Soy muy ancha de caderas. No cabría dentro de él. Pruébatelo tú”. Laura le dijo: “No importa. Pruébatelo de todas formas”. Rosa se puso seria y dijo: “No me lo voy a probar porque no me va a entrar. No sé por qué insistes tanto. Parece que quieres que se rompa el vestido o que me vea ridícula”.

Laura sonrió y dijo: “Rosa, me parece muy bien que no te quieras probar un vestido que no te sienta bien, que no es para ti, por muy bonito que sea. ¿Te das cuenta de que eso es lo que estás intentando hacer con Carlos?” Rosa puso cara de no entender y Laura siguió hablando: “Por lo que me has contado, a Carlos parece que no le gusta escalar. Lo ha probado y ha desistido. Sin embargo, como a ti te gusta mucho, quieres que escale sí o sí. Es decir, estás intentando que “se ponga un traje que no le gusta ni le sienta bien”, solo porque a ti sí te gusta”. Rosa dijo: “Es que quiero que escale conmigo”. Laura le dijo entonces: “No puedes obligarle a hacer algo que no le gusta. Puede que quiera acompañarte y ver desde abajo cómo escalas tú, o puede que tengas que ir sola o con amigos a escalar. No pasa nada porque tu pareja no tenga el mismo hobby que tú. Seguro que coincidís en otros hobbies. Si sigues adelante con el viaje que proyectabas, estás obligándole a hacer algo que no le gusta”.

Rosa reflexionó unos instantes y dijo: “Puede que tengas razón. No lo había visto desde ese punto de vista. No quiero obligarle a hacer algo que no quiera. Antes de reservar nada, le preguntaré si quiere ir. Y si no quiere, ya buscaré otra cosa para hacer juntos e iré a escalar con amigos que sí les gusta hacerlo. ¡Muchas gracias por tus palabras!”