¡Si quieres, puedes!

¡Si quieres, puedes!

Ana y Marta se encontraron por la calle, después de varios años sin verse y decidieron ir a una terraza a tomar café y ponerse al día de sus vidas. Ya sentadas, Ana preguntó: “Dime Marta, ¿cómo te ha ido? Dejamos de vernos hace unos doce años.” Marta contestó: “Pues me va muy bien. ¿Recuerdas nuestro sueño de ser maestras algún día? Lo conseguí. Me saqué las oposiciones, con mucho esfuerzo, y conseguí plaza. Estoy trabajando de maestra en un colegio de la ciudad. Me gusta mucho lo que hago. ¿Y tú? ¿cómo te ha ido?”

Ana desvió la mirada y dijo: “Bueno, bien. Estoy trabajando en un almacén de una mensajería, distribuyendo los paquetes.” Marta entonces le dijo: “Bueno, supongo que es un buen trabajo, pero, por tu gesto, parece que no te gusta. ¿No aprobaste las oposiciones?” Ana bajó la mirada y dijo: “No llegué a ir a la Universidad. No sirvo para estudiar.” Marta se quedó sorprendida y le dijo: “No lo entiendo, Ana. El tiempo que estuvimos juntas, se te daba bien estudiar. ¿Qué pasó para que cambiaras de idea?” Ana contestó: “Es que empecé a suspender en Bachillerato. No aprobé primero y, en vez de repetir, como era la crisis de los años 2008-2014 y mis padres tenían problemas de dinero en casa, me dijeron que me pusiera a trabajar. Desde entonces, he trabajado en este almacén. No podré ser maestra nunca…”

Marta la miró con comprensión y le preguntó: “¿Lo has vuelto a intentar?” Ana contestó: “¿Para qué? No sirvo para estudiar.” Marta le dijo entonces: “Mira Ana, cuando somos pequeños, probamos a hacer muchas cosas y, ya sea por nuestra edad o por las circunstancias de esos momentos, muchas veces no tenemos éxito en lo que hacemos. Probablemente, el ambiente estresante que vivías en casa por las circunstancias económicas de tu familia te influyó en tu ánimo para estudiar. Es muy difícil concentrarse cuando hay problemas en casa. Y tú grabaste esa impotencia, ese “no puedo” en tu mente. Ahora has crecido, eres adulta, y no te has dado cuenta de que las circunstancias han cambiado. Te has quedado en el recuerdo de hace diez años y no lo has vuelto a intentar. Pero te digo una cosa: Podrás ser lo que tú quieras, Ana. Tienes que dejar atrás esos momentos difíciles que viviste con tu familia y ver que las circunstancias han cambiado. Pide ayuda a una Psicóloga si ves que no puedes tú sola. Aún eres muy joven. Puedes sacar el Acceso a la Universidad para mayores de 25 años y estudiar para ser maestra, como tanto querías.”

Ana sonrió por primera vez y dijo: “¿Crees que puedo hacerlo?” Marta le preguntó: “¿Tú quieres?” Ana afirmó con la cabeza y Marta dijo: “¡Puedes! Ana, todos tenemos cualidades, capacidades y habilidades para hacer muchas cosas. Lo importante es que tú quieras y te lo creas. Deja atrás lo que pasó entonces e inténtalo de nuevo. Pon todo tu empeño, tus recursos y tus medios para ello, y estoy convencida que lo conseguirás.” Ana dijo entonces: “Tienes razón Marta, voy a darlo todo de mí. Vuelvo a creer que podré ser maestra algún día. ¡Muchas gracias por tus palabras!”