Valora tus logros y aprende de tus errores

Valora tus logros y aprende de tus errores

Hace unos días, una amiga me hizo llegar una historia que de vez en cuando corre por internet y que a ella le llegó por Facebook. La historia habla de un profesor que se puso a escribir la tabla de multiplicar del 9 en la pizarra (9 x 1 = 9, 9 x 2 = 18, …) Y cuando llegó al final, cometió un error y escribió: 9 x 10 = 91. Los alumnos se empezaron a reír, y cuando el profesor preguntó de qué se reían, varios dijeron que la tabla estaba mal, que se había equivocado en la última parte. Entonces, el profesor les comentó que se había equivocado a propósito para enseñarles cómo ellos no habían visto que había tenido 9 aciertos y sólo fueron a señalar el error final.

Esta historia nos muestra algo que suele pasar muy a menudo y sobre lo que apenas reflexionamos: la mayoría de las personas tienen aciertos a lo largo de su vida, en su jornada laboral, en su vida familiar, con sus parejas, con sus amigos, con sus estudios, etc. Y muchos no reciben elogios en ningún momento o solo una o dos veces en su vida. Pero si se equivocan, prácticamente todo el mundo les señalará el error cometido y, a veces, les humillarán y se burlarán de ellos, igualándolos a “fracaso”, como si no hubieran hecho nada bien en toda su vida. Es decir, “no importa lo que hagas, porque si lo haces mal, irán a por ti”.

Seguramente, en el momento en que esas personas critican a alguien que se ha equivocado, no se han parado a pensar si esas personas a las que critican fueran ellos mismos. Deberíamos observarnos cómo nos sentimos nosotros mismos cuando no se nos reconoce todo lo valioso que somos y hemos hecho, mientras nos apuntan con el dedo para señalar un error cometido frente a miles de aciertos conseguidos.

Además, el ser humano aprende de los errores, no de los aciertos. Gracias a los errores cometidos por muchas personas que vivieron antes que nosotros, la sociedad y la ciencia actuales han avanzado muchísimo hasta nuestros días.

Por tanto, aprendamos a valorar a las personas por sus aciertos y sus logros, y dejemos de estar pendientes de ver cuándo comenten un error. Nunca sabemos cuándo nos tocará a nosotros.