Un pequeño detalle.

Estaba yo sentada en la cafetería de unos grandes almacenes, cuando escuché a mi lado una conversación muy interesante entre dos mujeres. Una de ellas, al ver que la otra solo llevaba una bolsa, le preguntó: “Ana, ¿ya has hecho la compra de los regalos de Reyes?”. Ana le respondió: “Sí, Teresa, los llevo en esta bolsa”. Teresa, que llevaba muchas más bolsas que Ana, le preguntó: “¿Cómo lo haces? Yo me he llevado toda la mañana buscando regalos para toda la familia, y me ha resultado muy difícil, pues luego compararán entre ellos quién tiene la mejor joya, el mejor detalle, la mejor ropa, … ¡Uff, estoy agotada!” Ana, le dijo: “Yo he buscado un pequeño detalle para cada persona, algo especial que creo pueda gustarle, conociendo lo que conozco de cada una”. Teresa la miró asombrada y le preguntó: “¿y no se quejan por tener “solo” un pequeño detalle?” Ana, sonriendo, le dijo: “Nosotros podemos hablar, andar, comer de forma sana y saludable todos los días, tenemos calefacción, un techo bajo el que guarecernos, tenemos trabajo, amigos, y, sobre todo, nos tenemos los unos a los otros. Tenemos muchas cosas maravillosas. No necesitamos nada más. Estos “pequeños detalles” son porque me acuerdo de ellos en estas fiestas, no porque tenga que comprarles algo”.

Me quedé reflexionando sobre las dos formas tan diferentes de entendimiento de la vida que tenían estas dos mujeres: una, dándole importancia al consumo, el coste de las cosas, y la otra, con una forma de vida más sana y natural, dándole importancia al cariño que se pone en el regalo. No es usual encontrar personas que valoren esto último.

En estas fiestas de tanto consumo, muchas personas, comparándose con los demás, valoran y se valoran por el coche que tienen, la casa, la ropa, etc., es decir, todo lo que compran, la mayoría de usar y tirar, dejando de valorar lo que la Naturaleza les ha dado. No dan importancia a que pueden andar, hablar, ver, estudiar, trabajar, disfrutar con los amigos y con la familia. Si todos los días nos pusiéramos en contacto con eso, no podríamos quejarnos de nada ni necesitaríamos compararnos con nadie.

Puedes ser feliz cambiando tu punto de vista y valorando las cosas que menos cuestan y más valor tienen, como apreciar un gesto de cariño en un pequeño detalle.