Tomando Decisiones

Tomando Decisiones

Paula y Luisa se han conocido en la Universidad donde están estudiando, y decidieron ir a comer y al cine. Cuando estaban en el Centro Comercial cercano, Luisa le preguntó a Paula: “Oye Paula, ¿dónde quieres comer?” Paula entonces miró a varios restaurantes y, tras un silencio, respondió: “No sé Luisa. Elige tú”. Luisa miró a todos y rápidamente dijo: “¡Italiano! ¿Te parece?” Paula asintió.

Ya sentadas en el restaurante, Luisa, que ya tenía claro lo que quería, miraba a Paula, que leía y leía la carta, sin decir nada. Cuando llegó el camarero, preguntó primero a Paula qué iba a tomar, y ella dijo: “No sé, todo parece muy rico… ¿Tú qué vas a tomar, Luisa?” Luisa dijo: “Yo quiero ensalada italiana y luego lasaña”. Entonces Paula dijo: “Yo tomaré lo mismo, por favor”.

Cuando empezaron a comer, Luisa comentó: “Paula, yo he elegido el restaurante, así que tú eliges la película. ¿Qué quieres ver?” Paula se quedó pensativa y le respondió: “No sé, ¿cuál quieres ver tú?” Luisa entonces contestó: “Ponen dos o tres que tienen buena pinta. Pero eliges tú. ¿Cuál vemos?” Paula se quedó un rato mirando su plato y al final dijo: “Pues cualquiera de esas que dices que tienen buena pinta”.

Luisa, mirándola a los ojos, le dijo: “Paula, no te conozco mucho, pero parece que te cuesta tomar decisiones. ¿O es para que yo esté a gusto contigo? Si es por eso, no te preocupes. Me lo estoy pasando bien” Paula se sonrojó y le dijo: “Bueno, un poco sí es por eso, pero también es que pocas veces me preguntan qué pienso o qué quiero. Siempre me adapto a los demás, para no molestar”. Luisa entonces le dijo: “Pero tampoco has decidido tu comida. ¿Qué tiene que ver eso conmigo?” Laura se tomó su tiempo para pensar, y le dijo: “Es que no sabía qué tomar. Cuando tengo que decidir entre varias cosas, si me decido por una, enseguida me vienen pensamientos de que puedo estar equivocándome y eso me hace sentir mal. Entonces me decido por otra, y lo mismo. Tampoco tengo muy claro lo que me gusta y lo que no. Entonces desisto y le doy la responsabilidad de decidir a otra persona”.

Luisa entonces le dijo: “Laura, yo no te voy a juzgar si no eliges bien, y tú no deberías de juzgarte a ti misma por eso. Si te equivocas en elegir una película, otro día podemos ver otra y no hay problema. Y con la carta del restaurante, podemos venir más días y vas probando cada plato, para que vayas averiguando cuál te gusta y cuál no. Podemos empezar por estas cosas pequeñas, y, en la medida que vayas viendo que no pasa nada, podrás ir tomando decisiones cada vez más importantes”. Laura dijo entonces: “Gracias Luisa. Tienes razón. Voy a empezar con decisiones pequeñas, para que no me cueste tanto”. Luisa añadió: “Por último, ten en cuenta que los seres humanos aprendemos de los errores que cometemos, ya que los aciertos los disfrutamos y ya está, así que está bien equivocarse de vez en cuando. No lo olvides”.