¡Di adiós a la culpa y hola a la responsabilidad!

¿Cuántas veces te has sentido mal por algo que has hecho o has dejado de hacer y que ha causado daño a ti o a otras personas? Te puedes sentir triste, angustiado/a, o quizás puedes llegar a bloquearte o deprimirte, además de perderte el presente, tu presente, por seguir con tu mente en ese hecho o situación del pasado.

O puede que tengas tendencia a culpabilizar a los demás de hechos que has realizado tú, para eludir la responsabilidad y las consecuencias de dichas acciones, creyendo así que estás salvando la aceptación de los demás. Pero así no te vas a sentir mejor, ya que no estás siendo fiel a tus valores y principios.

Entonces, ¿qué puedes hacer? Puedes utilizar ese sentimiento de culpa para reflexionar, pedir perdón, aprender, crecer y convertirte en la persona que quieres ser. Así habrás cambiado el sentimiento de culpa por el de responsabilidad. Repara el daño que has hecho, con palabras y/o acciones. Y si la persona a la que queremos resarcir ya no está presente, podemos hacer algo en nombre de ella o podemos compensar a terceras personas.

Y después de asumir responsabilidades por lo que hiciste y reparar el daño, decide lo que vas a hacer para asegurarte de que tus actos futuros estén en armonía con tus principios. Entonces podrás perdonarte a ti mismo para liberarte del sufrimiento.

Es importante tener en cuenta el diferenciar entre la culpabilidad justificada, esa que sentimos cuando hemos cometido una falta con un perjuicio real a alguien, y la culpabilidad que se siente sin haber cometido una falta, como por ejemplo la persona que se siente culpable por la enfermedad de un ser querido, por no ser tan brillante como su hermano, por no visitar a sus padres más a
menudo, etc. Aquí también pueden entrar en juego frases que te repitieron una y otra vez cuando eras más pequeño/a, como “tienes que esforzarte más para ser como tu hermano” o “si no vienes a verme, me sentiré muy mal”. Quieren hacerte sentir culpable si no haces las cosas como ellos quieren o simplemente quieren aprovecharse de ti. Tú no tienes el poder de hacer feliz o infeliz a otra
persona. Ni ella a ti. Cada uno es responsable de lo que siente. No es la situación o las persona las que nos hacen infelices o sentirnos culpables sino lo que yo pienso de esa situación o de esas personas. Por eso es tan importante que nos hagamos responsables de nuestros actos, aprendiendo a tomar contacto con nosotros mismos. Así sentiremos que somos maravillosos por lo que somos, no por lo que hagamos.