¡Usa bien tu espejo!

¡Usa bien tu espejo!

Laura y Silvia estaban tomando un café en la cafetería del Campus Universitario. Silvia estaba mirando a otra compañera de clase, sentada en otra mesa más alejada de ellas. Laura, al verla, le preguntó: “Silvia, ¿qué te pasa con esa chica? La estás mirando con cara de enfado…” Silvia contestó: “Mira Laura, es que no la soporto.” Laura le preguntó: “¿Y qué te ha hecho para que no la soportes? Silvia entonces le dijo: “No, si no la conozco. Pero es que la veo y me pone de los nervios.” Laura, sonriendo, le dijo: “Pues si te pone de los nervios, no la mires y ya está.” Silvia entonces le dijo: “Es que no puedo evitarlo. Cada vez que me la encuentro por el Campus, me pone mala…”

Laura, confundida, le preguntó: ¿Qué es lo que te pasa con esa chica, Silvia? No te entiendo.” Silvia entonces le dijo: “¿Pero es que no la ves? Está todo el tiempo con una actitud sumisa con su pareja. Si él le levanta la voz, se calla y baja la cabeza, él no le echa mucha cuenta y ella sigue ahí, como esperando sus migajas. ¡Es que no lo soporto!” Laura le dijo: “Cálmate Silvia. Entiendo que no te guste que él la grite, pero ella, aunque parece enamorada, puede irse de allí cuando quiera.” Silvia, aún alterada, dijo: “Si es que parece tonta. Me entran ganas de ir para allá, cogerla de los brazos y sacudirla, a ver si espabila.”

Laura se quedó mirando un momento a aquella chica, y luego miró a su amiga Silvia y le dijo: “Tú estás queriendo romper el espejo”. Silvia la miró sin comprender, y Laura continuó hablando: “Mira, Silvia. Te voy a poner un ejemplo. Si un día antes de salir te pones un conjunto de ropa, te miras al espejo y no te gusta cómo te queda, ¿romperías el espejo?” Silvia, extrañada, dijo: “Claro que no, Laura. Iría a cambiarme de ropa y me cambiaría hasta verme bien para poder salir.” Laura entonces le dijo: “Muy bien, es lo que yo haría también. Sin embargo, en este caso, estás queriendo romper el espejo. Quiero recordar que el año pasado, cuando empezaste a salir con David, tú estabas con él exactamente igual que esa chica con su pareja. Y no solo eso, sino que no querías escuchar a nadie que te dijera que tu actitud no era la adecuada. ¿Lo ves? Lo que te enfada no es esa chica. Ella te está haciendo de espejo de cómo te comportabas tú con David hasta que él te dejó. Y en vez de pensar en cambiar eso que no te gusta de ti, estás queriendo romper el espejo…”

Silvia se quedó callada, reflexionando sobre lo que su amiga le había dicho, y finalmente dijo: “Vaya, Laura. Creo que tienes razón. Cuando David terminó conmigo no pensé en mi actitud. Solo le eché la culpa de todo a él. Ahora que lo pienso, es verdad que el año pasado yo era como esa chica. Ella solo me ha mostrado algo de mí que no me gusta. De acuerdo, Laura, no romperé el espejo, Voy a cambiar mi actitud para que, cuando esté con algún chico, no volver a comportarme así. ¡Muchas gracias por hacérmelo ver!

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