¿Te resignas o lo aceptas?

¿Te resignas o lo aceptas?

Luis y Jesús han quedado para tomar un café y ponerse al día. Cuando Luis llegó, se encontró a Jesús algo cabizbajo. Luis le preguntó: “¿Qué te pasa Jesús? Te veo mala cara. ¿Te ha pasado algo?” Jesús le miró y dijo: “Me acaban de fastidiar. Llevo varios días sintiéndome mal, con mucho estrés, y me he tomado la tensión. La tenía muy alta. Me he hecho pruebas y soy hipertenso. Ayer el médico me dio los resultados y me ha dicho que no vuelva a probar la sal en las comidas. ¡Es horrible! ¿Qué voy a comer ahora?” Luis le preguntó: “¿Por eso estás así? ¿Por no poder tomar sal?” Jesús le contestó: “La comida sin sal no me gusta nada. Yo soy de los que echan mucha sal en todos los platos…”.

Luis se puso serio y le dijo: “Jesús, creo que es mucho más importante para tu salud el que te hayan descubierto que eres hipertenso. Es momento de empezar a cambiar hábitos y a tomarte las cosas de otra forma”. Jesús dijo: “Es muy fácil decirlo desde tu posición. Tú no eres el que ya no va a disfrutar de la vida ni de las buenas comidas…” Luis dijo: “No juzgues tan apresuradamente, Jesús. Entiendo por lo que estás pasando. Yo soy diabético desde hace dos años.” Jesús se le quedó mirando y dijo: “Disculpa Luis. Tienes razón. No debo juzgar. No lo sabía. Pero te veo bien. No estás echo polvo como yo. ¿Cómo lo haces?”

Luis pensó unos instantes y le preguntó: “Jesús, ¿sabes la diferencia entre resignación y aceptación?” Jesús preguntó: “¿No es lo mismo?” Luis contestó: “No. Cuando te resignas, lo pasas mal, porque te pones en el papel de víctima y lo único que haces es quejarte de tu “mala suerte”. Le das muchas vueltas en tu cabeza a lo que ha pasado, con lo que te estresas más y te sientes peor. La aceptación te ayuda a prepararte para lo nuevo que te viene. Mira, cuando me dijeron que tenía diabetes, al principio fue difícil para mí de asimilar, como te pasa a ti, pero inmediatamente me informé muy bien de las cosas que podía y no podía hacer, de lo que podía y no podía comer y cuándo podía hacerlo. Toda esa información me dio cierto control sobre la situación. Me permitió avanzar en mi vida. Estaría bien que te informaras de lo que puedes y no puedes hacer, para reorganizar tu vida. Y busca herramientas nuevas. Por ejemplo, puedes usar el limón, y hay especias que sirven para dar mucho y buen sabor a las comidas, y así te será más fácil prescindir de la sal”.
Jesús, reflexionó sobre lo que le había dicho Luis y dijo finalmente: “Tienes razón Luis. Me he resignado y solo me estaba enfangando en todo “lo malo” que me espera. No se me había ocurrido que podía aceptarlo y empezar a controlar de alguna manera mi nueva situación. Eso me hace sentirme mejor. ¡Muchas gracias por tus palabras!”