¿Quieres una galletita?

¿Cuántas veces, hablando con los demás de algún tema específico, has tenido las ideas muy claras de cómo son las cosas y te has empeñado en hacérselas ver a los otros, sin escuchar lo que ellos pensaban o tenían que decir al respecto? No necesitabas oírles, pues tú tenías la razón y ellos estaban equivocados.

Jorge Bucay, en su libro “Cuentos para pensar”, tiene un cuento que se llama “Galletitas” (Bucay, 2002), que espero te ayude a reflexionar. Resumiéndolo, la historia habla de una mujer muy elegante que cuando llega a la estación para coger un tren, y le informan que viene retrasado, fue a comprar una revista, una bebida y un paquete de galletitas. Muy fastidiada por tener que esperar, se sentó en un banco. Mientras ojeaba su revista, vio por el rabillo del ojo cómo un joven, sin decir nada, coge el paquete de galletitas, lo abre, saca una y se la come. La mujer se enfada, pero se calla, ya que no quiere armar un escándalo y coge el paquete, toma una galleta y se la come. El joven le sonríe y toma otra galleta. Y así estuvieron los dos cogiendo cada vez una galletita, con enfado de la mujer y con sonrisas del joven. Cuando sólo quedaba una galletita, la mujer lo mira, pensando si sería capaz de seguir siendo tan descarado e insolente. Entonces, el joven, sin dejar de sonreír, toma la galletita, la parte por la mitad y le da una mitad a la mujer. Ésta le dice “gracias” con un tono muy enfadado, y el joven le responde “de nada” con calma y sonriendo. En ese momento llega el tren y la mujer se levanta, coge sus cosas y se monta en él. Por la ventanilla ve cómo el chico sigue sentado en el banco y empieza a pensar en lo descarado e insolente que ha sido. Al cabo de un rato, la mujer tiene sed y, cuando busca su bebida en el bolso, se sorprende al encontrar “cerrado” y “entero” su paquete de galletitas…

Muchas veces nos empeñamos en tener razón y en que los demás vean las cosas como nosotros las vemos, sin ver que podríamos estar equivocados. Lo maravilloso de que las personas pensemos de forma diferente es que los demás nos pueden mostrar puntos de vista que no se nos habían ocurrido a nosotros. Esta nueva información nos enriquece y nos puede hacer cambiar de opinión o no, pero nos sirve para seguir llenándonos de sabiduría.

Así pues, escucha a los demás y ten tu mente abierta, para poder entenderte a ti.”