Tu valor

Tu valor

Luis llegó a su casa, tras un día difícil en el colegio, y encontró a su abuelo en el salón, leyendo. Le saludó con la mano levemente, pero su abuelo le llamó para que se sentara con él. Con cara de fastidio, fue y se sentó junto a él en el sofá. Su abuelo le preguntó: “¿Qué te pasa Luis? ¿Ha pasado algo en el colegio?” Luis, mirando al suelo, dijo: “Nada que no pase todos los días. Hay un grupo de niños que se creen más que nadie y se meten conmigo porque no soy como ellos…” Su abuelo preguntó: ¿Y cómo son ellos?” Luis contestó: “Pues son los más guay, tienen ropa cara y los móviles más caros y modernos. Todos quieren ser sus amigos y las chicas se fijan en ellos. Yo no soy como ellos, no soy guay. Por eso se burlan de mí”.

Su abuelo se quedó pensativo un rato, y luego se levantó y le dijo: “Ven Luis, quiero enseñarte algo”. Luis se levantó también y siguió a su abuelo hasta el jardín. Había llovido esa mañana y olía a tierra mojada. Entonces, el abuelo se quitó un anillo de oro que siempre tenía puesto y se lo dio a Luis. Él lo miró interrogante y su abuelo le dijo: “Mira este anillo. ¿Cuánto crees que puede valer?” Luis miró el anillo y le contestó: “No sé abuelo. Creo que es de oro, así que tiene que valer mucho”. Su abuelo le dijo entonces: “Me costó muy caro cuando lo compré, pero, además, para mí vale muchísimo más, tiene un gran valor sentimental, ya que con él me casé con tu abuela”. Luis miró de nuevo el anillo y fue a devolvérselo a su abuelo, no fuera que se le cayera o lo perdiera, pero su abuelo le dijo: “Acércate a esa tierra mojada, y llénalo de barro”. Luis, le preguntó: Abuelo, ¿estás seguro?” Su abuelo asintió con la cabeza y Luis fue a ensuciar de barro el anillo, sin saber muy bien porqué su abuelo le había pedido que hiciera eso. Una vez que ya lo había llenado de barro, Luis fue a limpiarlo, pero su abuelo le paró y le dijo: “Déjalo así, sucio. Ahora ponlo en el suelo y písalo” Luis le dijo: No abuelo. No voy a pisar algo tan valioso para ti. Entonces su abuelo cogió el anillo, lo tiró al suelo y lo pisó. Luego, se agachó, lo recogió y le dijo a Luis: “Mira el anillo de nuevo. Si no supieras que es mi anillo y tampoco supieras cuánto vale para mí, ¿cuánto crees que podría valer al verlo así?” Luis miró el anillo y dijo: “A ver abuelo, está muy sucio y no parece bueno, pero yo sé que es de oro, aunque no lo parezca…”. Su abuelo, entonces le preguntó: “¿Crees que ha perdido su valor en euros y, sobre todo, su gran valor sentimental al estar sucio y parecer un anillo cualquiera?” Luis respondió enseguida: “¡Claro que no, abuelo! Sigue valiendo igual que antes de ensuciarlo”.

Su abuelo le miró a los ojos y le dijo: “Luis, igual que este anillo, tú eres muy valioso. Si hay gente que solo se fija en el exterior para valorarte, no son personas que merezcan la pena. Tu verdadero valor está en tu interior, y eso no va a cambiar, aunque no te pongas ropa cara ni tengas el último modelo de móvil, y aunque se burlen de ti. Tú vales mucho, y además, para mí vales todavía mucho más”. Luis, emocionado, le dijo a su abuelo: “Gracias por tus palabras abuelo. Las recordaré siempre”.