¡Nuevos proyectos, viejos proyectos!

¡Año Nuevo! ¡Vida nueva! ¡Nuevos proyectos, nuevas ideas, …! Todos los comienzos de año son así o parecidos: “Este año voy a hacer algo diferente, voy a ir al gimnasio, voy a hacer dieta, voy a matricularme en ese curso que tanto me gusta, voy a…” Y yo te pregunto: ¿tienes muchos proyectos para este año que empieza? Y aún más, ¿cumpliste todos los que tenías en enero del año pasado? Se habla mucho de los proyectos “nuevos”, pero poco de los “viejos”. Cada vez que llega enero, muchas conversaciones entre amigos, compañeros de trabajo, familia, etc., tratan de las nuevas cosas que vamos a hacer con el comienzo de año. Pero ninguna de esas conversaciones se centra en qué ha pasado con los proyectos del año pasado. Además, es curioso que llamen “nuevos proyectos” a muchos de los que intentaron cumplir el año anterior y al final no consiguieron. Por tanto, no son nuevos porque empieza el año, sino que son los “viejos proyectos” que no hemos conseguido aún.

Este mes os propongo que hagamos una reflexión sobre los viejos proyectos. Verdaderamente, este es un ejercicio que hay que hacer en diciembre, al terminar el año. Pero con las luces de Navidad, las prisas para los regalos, las fiestas, etc., muy poca gente se para a hacer un balance de lo vivido en el año que termina, y, sobre todo, analizar qué ha pasado con las ilusiones que teníamos al comenzar el mismo.

Con esto no quiero decir que no se haya conseguido nada. Puede que sí hayáis vuelto al gimnasio, estéis apuntados a clase de baile o de idiomas, y tantas otras cosas que se proyectan. Pero si no es así, es bueno analizar qué ha fallado, en vez de volver a tener los mismos proyectos que el año anterior, con la esperanza de que este año sí los voy a conseguir, sin ver qué ha pasado para no conseguirlos.

Aunque el ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, tenemos la gran cualidad de aprender de nuestros errores. Pero para aprender, hay que hacer un análisis de qué ha pasado, y si teníamos una idea realista de todo lo que queríamos hacer. Por ejemplo, tomemos “aprender inglés”. Quizás tienes una Academia cerca de tu casa, pero cuando fuiste a informarte para matricularte, o era muy caro o los horarios no coincidían con tus horas libres o te daba vergüenza que todos vieran lo mal que chapurreas el inglés, … Y dejaste atrás ese proyecto. Sin embargo, este año vuelves a ponerlo en tu lista de “nuevos proyectos”, pensando que esta vez será diferente. A no ser que tus circunstancias hayan cambiado, el resultado será el mismo. Pero si realmente quieres aprender inglés, si analizas lo que pasó para no conseguirlo, te puedes abrir a nuevas posibilidades, como puede ser el que te apuntes a cursos online de inglés. Éstos los puedes adaptar a tu horario, a tu economía, ya que hay varios gratuitos, y nadie te va a decir que pronuncias mal. Bueno, el ordenador sí, pero él no cuenta.

Resumiendo, antes de hacer una gran lista de “nuevos proyectos”, sería bueno que analizáramos los “viejos proyectos”, para ver, primero, si se han cumplido o no, y, segundo, si podemos aprender de nuestros errores y reciclarlos para este año con nuevas posibilidades. ¡Adelante!