No te pierdas tu presente

nO TE PIERDAS TU PRESENTE

Enrique y Javier estaban charlando el sábado por la noche en el bar donde solían quedar. Javier vio a su amigo algo ausente y le preguntó: “Enrique, ¿te pasa algo? Tengo la sensación de que no me estás escuchando lo que te estaba contando”. Enrique, que estaba mirando al vacío, volvió su cara hacia Javier y le dijo: “Es que tengo algo dándole muchas vueltas en mi cabeza”. Javier entonces le dijo sonriendo: “Pues ya me lo estás contando, que ya sabes que dos cabezas piensan mejor que una”.

Enrique empezó a hablar: “Verás Javier, como sabes, la semana que viene me voy unos días al extranjero y tenía en mente el comprarme una maleta nueva. Esta tarde, al salir del gimnasio, he pasado delante de una tienda pequeña de maletas y pensé que, al ser pequeñita, tendrían maletas de mejor calidad que en un centro comercial, por eso de cuidar la clientela, ya sabes. Entré y me compré una maleta que me gustó mucho. Cuando llegué a mi piso, la dejé a un lado y me fui a ducharme y arreglarme. Antes de salir, abrí la maleta, para ver cómo era por dentro, y me di cuenta de que tenía el cierre roto. Eso me ha enfadado mucho”. Javier le preguntó: “¿Y cuál es el problema? Mañana vas y la cambias. Asunto resuelto”. Enrique, entonces, le dijo: “No es tan fácil Javier. Al ser una tienda pequeña, mañana domingo no abren”. Javier dijo: “Pero tú te vas el jueves que viene. Tienes tiempo de ir el lunes a cambiarla por otra que esté bien”.

Enrique, bajando la cabeza, dijo: Hay otro problema. Como iba con prisas, no me llevé el ticket, así que seguro que no me la cambian sin ticket de compra. ¿Entiendes ahora por qué estoy así? Me he gastado un buen dinero en esa maleta y resulta que está rota. Tengo que esperar al lunes para ir a reclamar que me den una que esté impecable, pero cuando llegue a la tienda, lo primero que van a hacer es pedirme el ticket de compra, que no tengo. Entonces yo le diré que no me lo llevé porque confiaba que me estaban vendiendo una maleta nueva, sin nada roto. Y el dependiente me dirá que ellos me la dieron sin defectos y que la he roto yo. Y claro, como no tengo el ticket, no puedo demostrar que la compré hace dos días. Yo le diré que en dos días no puedo romper una maleta. Le diré que me vendieron una maleta en mal estado, pero no me van a creer y me voy a enfadar. Ellos me dirán que no me la pueden cambiar si no tengo el ticket y yo les diré que me dejen las hojas de reclamaciones porque me han vendido un artículo en mal estado y no quieren cambiármelo por otro que esté bien”.

Javier, escuchó todo lo que Enrique le decía y le dijo: “Mira Enrique. Estás pasándolo mal, enfadándote y no estás disfrutando de salir un sábado por la noche. Todo lo que me has contado está en tu imaginación. Estás adelantando acontecimientos, cuando no tienes evidencias de que todo eso ocurra”. Enrique le dijo: “Pero ¿y si ocurre?”. Javier, con media sonrisa, le contestó: “Si ocurre, ya lo solucionarás en el momento. Pero si no ocurre, estás perdiéndote el pasarlo bien esta noche, y yo me puedo cansar de estar al lado de un amigo soso y malhumorado…” Enrique, pensó un momento y dijo: “De acuerdo Javier. Ahora mismo no puedo hacer nada para solucionar esto. El lunes iré y ya veré qué pasa. Voy a cambiar el chip y a disfrutar de esta noche”.

El lunes por la noche, Enrique llamó por teléfono a Javier y le dijo: “Tenías razón Javier. Fui a la tienda, preparado para enfrentarme a ellos, y, cuando les dije que me habían vendido una maleta rota, el dependiente me dijo que se acordaba de mí de haberla comprado el sábado. Dijo que estas maletas a veces vienen defectuosas y, sin pedirme ticket, me la cambió por una que comprobamos que estaba bien. He estado malgastando energía y tiempo en adivinar algo que al final no ha pasado. He aprendido la lección. La próxima vez que quiera adelantar acontecimientos, me acordaré de este incidente”.