¡Ilusiónate con el proceso!

Juan y Daniel han quedado para comer juntos en un restaurante. Juan observó que Daniel parecía preocupado y le preguntó: “Daniel, estás muy callado, ¿te pasa algo?” Daniel, bajando la vista, le dijo: “Ayer estuve en el médico. Me hago un chequeo todos los años…” Juan, sin dejarle terminar de hablar, le preguntó: “¿Tienes algo malo?” Daniel contestó: “No, no te preocupes. Bueno, me ha dicho que tengo el hígado graso y que tengo que cambiar muchos de mis hábitos. Por lo pronto, tengo que cambiar de dieta y tengo que hacer ejercicio.” Juan entonces le preguntó: “¿Y cuál es el problema? Me comentaste a primeros de año que querías adelgazar y la mejor forma es ponerte a dieta y hacer deporte.”

Daniel le miró a los ojos y le dijo: “Ya lo sé Juan, pero ya me conoces. Me cuesta cambiar de hábitos y mucho más hacer ejercicio. Y ahora el médico me dice que lo tengo que hacer sí o sí. Ya no puedo ponerlo simplemente en “mis propósitos de Año Nuevo”. Ahora tengo que cumplirlo. Quizás la dieta no me cueste tanto, porque puedo cocinar más a la plancha y tomar menos fritos, pero solo pensar en ir al gimnasio, se me quitan todas las ganas. No sé qué hacer.”

Juan, sonriendo, le dijo: “Mira Daniel, te pasa lo que a mucha gente: tú quieres estar delgado y te encantaría verte en forma, pero eso conlleva un proceso, que significa cambiar de dieta y hacer más ejercicio. Como el proceso no te gusta, no empezarás nunca, y encontrarás siempre alguna excusa para no hacerlo. Tienes que buscar la forma de disfrutar con ello. Si ir al gimnasio no te gusta o te parece aburrido, puedes ir a uno donde vayan amigos tuyos y coincidir con ellos allí, así charlaréis a la vez que hacéis ejercicio. O puedes llevarte música y escucharla mientras te ejercitas. También puedes no ir al gimnasio y buscar un deporte que te guste o te divierta. Conviértelo en tu hobby y siempre tendrás ganas de hacer ejercicio. A ver, piensa en algo que te guste mucho.” Daniel reflexionó un rato y dijo: “No me gusta correr ni hacer pesas en un gimnasio, pero sí me encanta bailar.” Juan entonces le dijo: “Pues ahí lo tienes. Puedes ir a clases de baile.” Daniel entonces le dijo: “Pero bailar no es hacer ejercicio…” Juan añadió: “No te equivoques Daniel. Bailando se hace mucho ejercicio, pero como te gusta, no te das cuenta. En una clase de una hora de baile haces mucho ejercicio. Acabas cansado, pero feliz porque has disfrutado con lo que has hecho. A eso me refería antes. También tienes la posibilidad de hacer Zumba. Es hacer gimnasia bailando. Lo importante de todo esto es que, si bailar es tu pasión, no necesitarás que nadie te empuje a hacer ejercicio, porque estarás deseando que sea la hora de la clase para ir a bailar. Y también querrás practicar lo aprendido los fines de semana, con lo que estarás toda la semana haciendo ejercicio sin apenas darte cuenta. ¿Qué te parece?”

Daniel le contestó: “Me parece genial Juan. Nunca se me ocurrió que podía disfrutar haciendo ejercicio. Siempre lo veía como algo aburrido y que costaba mucho. Voy a buscar clases de Zumba y de Baile y me apuntaré. Muchas gracias por tus consejos. ¡Ya tengo ganas de empezar!