¿Amar o Depender? Tú Elijes

¿Amar o Depender? Tú Eliges

Se acerca el día de los enamorados y parece un buen momento para hablar sobre las relaciones de pareja. Todas las personas que empiezan una relación de pareja quieren que ésta dure para siempre o, al menos, muchos años. Si es tu caso, quizás es bueno que te pares a reflexionar sobre algunos aspectos, que te pueden ayudar a que esa relación que empiezas te dure tanto como desees.

Lo primero que tienes que tener en cuenta es que no existe “tu media naranja”. No estoy diciendo que no se pueda encontrar a la persona que te complemente. Simplemente digo que, si hubiera “medias naranjas”, seríamos “medias personas” y andaríamos errantes en busca de esa media persona que cuadre con mi otra mitad. Y si creemos que la hemos encontrado, como media naranja solo hay una, nos convertiríamos en personas dependientes de esa otra mitad. Y toda relación dependiente no conduce a la felicidad, ya que implica que no estás libremente con esa persona. La necesitas a tu lado, y, por miedo a perderla, estás dispuesta a hacer cualquier cosa, incluso algo que no quieras hacer, con tal de que no te deje.

Es importante diferenciar entre querer a alguien y necesitarle. Si necesitas a esa persona, dependes de ella, y por tanto, te conviertes en alguien débil. Estás a su merced y, si esa persona quisiera, te puede manipular como quiera. E incluso, si te dejara, pensarías que no puedes vivir sin ella. Pero si quieres a alguien, quieres estar con esa persona porque lo deseas, no porque lo necesitas. Por tanto, cada persona de esa pareja es independiente del otro y elijen libremente estar juntas. De esta manera, pueden crecer en positivo, compartir momentos, hobbies, felicidad, etc. Y también pueden tener momentos en los que no estén juntos y pueden desarrollarse, aunque la pareja no esté presente.

El amor no tiene nada que ver con la dependencia. Así, en una relación sin dependencia, cada uno de sus miembros le permite al otro ser lo que quiera ser, sin exigir ni esperar nada. Y por supuesto tampoco habría lugar a que ninguno de los dos pensara y hablara por la otra persona, ni exigirle que haga lo que se supone que tiene que hacer o debería hacer.

Todo esto hará que la pareja crezca y se desarrolle, a la vez que cada uno desarrolla su propio respeto hacia sí mismo y hacia el otro.